miércoles, 21 de agosto de 2013

La Fanática

No sabía calcular con exactitud,pero supuse que habría más de cincuenta mil personas. Era el recital más multitudinario que jamás había visto. 
En el momento en que llegué tocaba un grupo desconocido para mi, que hacia de telonero del plato principal,de mi héroe,de la persona que más admiraba en la tierra,Ricardo Arjuenaga. 
Sus canciones habían alimentado cada uno de los momentos de mi vida desde que lo conocí. Lo amaba con todo mi corazón,me sabía cada una de sus letras desde el primer disco que sacó hasta el último. Además sabía su vida completa,de sus comienzos como cantante callejero hasta su llegada a la cima.
A Arjuenaga lo aman pero también lo  odian. Y yo odio a quienes lo odian. Siempre lo defendí a muerte,hasta llegué a pelearme con familiares y amigos por él y lo sigo haciendo,con mucho orgullo. 
Cuando supe que iba a tocar en el estadio cercano a mi casa ni lo dudé. Como ninguna de mis amigas podía acompañarme, fui sola,pero sabiendo que otras fanáticas como yo iban a estremecerse con sus letras a mi lado.
Salí bien temprano de mi casa esperando ser de las primeras,quería tenerlo bien cerca cuando comenzara el show y soñaba que en algún momento me mirara,aunque sea solo una milésima de segundo.
Hacía horas que había entrado al estadio, y me ubiqué lo más adelante que pude,soportando el calor,los empujones de la gente y las tremendas ganas de ir al baño. Era evidente que no era la única,el olor me indicaba que algunas había perdido la pelea con sus vejigas,pero a nadie parecía importarle.
Ya casi llegaba la hora de Ricardo saliera a escena y todas estábamos con una gran excitación. Coreábamos su nombre con tanta fuerza que casi no se escuchaba lo que tocaba el grupo soporte. De alguna manera le estábamos diciendo que se vayan,queríamos ver a Ricardo,ya.
Y escuchó nuestras plegarias y salió. Con sus cabellos largos al viento,su cutis perfecto y bronceado y esa sonrisa que nos enamoraba a todas. Estaba vestido íntegramente de negro,con una remera bien pegada al cuerpo y pantalón de cuero. Era un Dios.
Cuando lo vi salir comencé a treparme como una loca las mujeres que estaban delante mio para estar más cerca. A su vez, sentía a otras hacer los mismo conmigo. Todo era una confusión de brazos,torsos,piernas y cabellos transpirados. Era una locura total. Los gritos eran ensordecedores. A pesar de que tenía gente trepada a mi espalda y los forcejeos me hacían doler la espalda, pude verlo ahí parado frente a nosotras, sonriendo y saludando con su mano en alto. Estaba a no más de diez metros de mi. Saqué fuerzas de mi interior e intenté acercarme aún más,tironeaba de brazos y hombros y me llenaba del sudor de las otras fans. No me importaba nada de nada,era una lucha ciega por estar adelante de todo,bien pegada a la valla de contención. Quizás de esa manera Ricardo,como suele hacer siempre en sus recitales,me invite a subir a cantar "Historias de Remis",la "Mujer de los ocho lustros" o "El Tema de Andrés". Si elegía a alguien tenía que ser a mi. Ya estaba cerca,solo un par de metros me faltaban para llegar. 
Ricardo ya había arrancado con su show pero todavía no podía prestarle toda la atención que quería,porque luchaba a brazo partido por ganar un lugar pero también por no perder el que ya había ganado. 
En el esfuerzo no pude contenerme y me oriné en mis pantalones. No le di importancia, en cierta forma lo vi como una preocupación menos.
Ahora solo pensaba en la valla, esa que cada vez estaba más cerca. Ya casi la tocaba con mis dedos. Cuando me pude aferrar con las dos manos al metal, tiré con todas mis fuerzas,como nunca lo había hecho. Podía ver mis venas a punto de estallar.
Por fin,luego del tremendo esfuerzo y ayudado por movimientos de mi cuerpo ya cansado,pude llegar al lugar donde quería. Donde todas queríamos estar,frente a Ricardo Arjuenaga. Mi ídolo,mi vida,mi amor imposible. 
Me sentía plena,su cercanía me hacía olvidar que estaba despeinada,transpirada,con la ropa estirada y descocida y hasta orinada. ¿Pero qué me importaba? Lo tenía tan cerca que casi podía tocarlo. Estaba cantando"Si el este fuera el oeste",una de mis preferidas. Canté con todas mis ganas,a los gritos y llorando...cuando terminó, lloré,lloramos todas. Me abracé a una chica que estaba tan conmovida como yo. Las dos éramos unos esperpentos malolientes,apretujadas contra la valla, pero felices como nunca. Así eramos las "Arjuenaguísticas",como nos decía la prensa. 
Ricardo se tomó unos minutos antes de la siguiente canción para hablarnos. Nosotras gritábamos por cualquier cosa que decía. Su acento centroamericano me derretía por completo. A todas nos pasaba. Entre las vallas y el escenario había un pequeño corredor en el que estaba apostada la gente de seguridad. A unos metros,a mi izquierda, un grupo de mujeres intentó saltar y el hombre que estaba en frente nuestro fue a ayudar a los que intentaban detener a las desaforadas fans,y en ese momento aproveché mi oportunidad. 
Como una gacela salté la valla y ni bien pise el corredor,respiraré hondo y con otro salto me trepé al escenario de forma poco ortodoxa y corrí a abrazarlo. Pude ver su expresión de asombro al verme hacer eso. Lo abracé con fuerza y lo besé en el pecho,que era hasta donde llegaba mi cabeza. Intenté besarlo en la boca pero él no me dejó. De pronto sentí unos brazos fornidos que me separaban de él y me llevaban detrás del escenario. Escuchaba gritos,aplausos y silbidos.
El de seguridad,una vez que el telón nos tapó me insultó y me entregó a la policía,que a su vez me llevó fuera del estadio. El policía,con una sonrisa,me dijo:
-"La verdad que las fanáticas me sorprenden cada día más,hacen cosas muy locas por sus ídolos...pero usted abuela,es el colmo..."
                                                                                                                                 FIN

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