domingo, 22 de septiembre de 2013

La Despedida



No hay nada más triste que la muerte de alguien. Sobre todo si es cercano y más aún si es joven.Sin embargo al destino poco le importan estas cuestiones y algunas personas se van rápida e injustamente de este mundo. 
A pesar de mi incredulidad no me sentía triste. Sabía perfectamente que estaba en un lugar mejor. Pero al observar el dolor en los ojos de amigos y familiares, la tristeza comenzó a ganarme lentamente. Me hice paso entre las personas hasta llegar a donde estaba el cuerpo. 
El rostro pálido y jovial me estremeció, nunca me hubiera imaginado verlo así. En mi interior sentía la serenidad de que lo peor ya había pasado y que ahora descansaba en paz en un lugar mejor. El sufrimiento, en estos casos, queda para aquellos que amaron al que ya no está y son los que van a sentir para siempre su ausencia. Es totalmente injusto perder a alguien que se quiere y con el que uno compartió cientos de vivencias, risas y llantos...y de un día para el otro, se va. 
Era muy extraño sentir tranquilidad dentro de tanta tristeza y llanto, pero era lo que sucedía en mi interior. Si bien en un principio me  rehusé a venir, algo me dijo que tenía que hacerlo. Las despedidas siempre son tristes pero casi siempre, necesarias.
Volví a ver el rostro adolescente en el cajón y ya no pude contener las lágrimas. Había llegado el momento de irme.
No pude no mirar a mi alrededor para guardar en mi corazón a todas esas personas. Lo necesitaba. Mis amigos y mis padres sufrían y yo no podía hacer nada. Los amé y los voy a amar por siempre. Sabía que iba a volver a verlos otra vez, en otro momento, y me alegró pensar eso. 
Lentamente me fui,sabiéndome acompañado, amado, y en paz.
                                                                                                    FIN

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